Las complejidades se multiplican: las nuestras, las de los demás y las del mundo. Para manejarlas, las empresas suelen inventar nuevos conceptos y disciplinas. Todos tienen en común la voluntad de «poner a la persona humana en el centro de la organización.»
En el terreno, sin embargo ¿quién puede decir que la persona humana está en el centro de la organización? Nadie.
Cada situación injusta es una prueba de que ninguna disciplina puede manejar por sí sola las complejidades de una organización. He aquí el desafío : ¿Cómo manejar estas complejidades?
Esto es posible en cuanto cada directivo elige la única senda justa: la senda del Explorador.
¿Cómo hacerlo? Pues, al desarrollar para cada complejidad, cinco madureces (es decir, cinco estados de ánimo) para manejarlas sin dejar de ser justos con nosotros mismos, con los demás y con el mundo.