Cada día, en cada empresa, ¿cuántos directivos hablan de valores, espíritu de equipo o integridad?
Cada día, sobre el terreno, ¿cuántos de sus colegas experimentan realmente estos valores?
Cuando surge esta discrepancia, sean cuales sean las razones, todas tienen algo en común: en el día a día de la empresa, es a través de cada palabra que un directivo dice o escribe como estos valores cobran vida - o no.
Por eso, hemos desarrollado un método para permitirte responder a una pregunta a la que que ninguna teoría o disciplina puede responder por sí sola :
¿Cómo puedo manejar mis propias complejidades, las de los demás y las del mundo mientras permanezco justo conmigo, con los demás y con el mundo?
Este programa está dirigido a directivos francófonos.
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Ética realista para nuestro mundo complejo
Las complejidades se multiplican: las nuestras, las de los demás y las del mundo. Para manejarlas, las empresas suelen inventar nuevos conceptos y disciplinas. Todos tienen en común la voluntad de «poner a la persona humana en el centro de la organización.»
En el terreno, sin embargo ¿quién puede decir que la persona humana está en el centro de la organización? Nadie.
Cada situación injusta es una prueba de que ninguna disciplina puede manejar por sí sola las complejidades de una organización. He aquí el desafío : ¿Cómo manejar estas complejidades?
Esto es posible en cuanto cada directivo elige la única senda justa: la senda del Explorador.
¿Cómo hacerlo? Pues, al desarrollar para cada complejidad, cinco madureces (es decir, cinco estados de ánimo) para manejarlas sin dejar de ser justos con nosotros mismos, con los demás y con el mundo.
